Cabe recordar que las mujeres estamos en primera línea de batalla frente al virus: como sanitarias, cuidadoras, como trabajadoras esenciales. Esta pandemia nos está exponiendo a un mayor riesgo de sufrir todo tipo de violencia, enfermedad, precariedad económica. Las brechas que tanto nos estaban costando cerrar se están volviendo a abrir, e ignorar el impacto de género de esta crisis tendrá consecuencias económicas y sociales que agravarán la desigualdad.
Por ello, se hacen necesarias políticas y medidas específicas con un enfoque de género destinadas a paliar los efectos desproporcionados que la COVID-19 está teniendo para las mujeres. Son precisas actuaciones concretas que midan y palíen los impactos económicos, de la distribución del trabajo no remunerado de los cuidados y de la violencia de género, y atender a esos impactos desde el feminismo. Porque el feminismo sigue siendo una herramienta muy poderosa de resistencia, de lucha y de cambio.
Precisamos un feminismo centrado en la realidad material de las mujeres que trabaje para seguir en pie ante las múltiples embestidas que vivimos y no permitir un paso atrás. Ahora, más que nunca, tenemos que velar por no ceder terreno, porque nuestro retroceso supone el de toda una sociedad en el camino de alcanzar una igualdad real.
Desde la FMP seguimos apostando por la fuerza del movimiento asociativo, por el de la reivindicación de la ciudadanía y de las instituciones desde las calles (con seguridad), los balcones, los estrados, los parlamentos. Necesitamos voces críticas frente a quienes quieren banalizar y criminalizar a un movimiento social que busca la igualdad de todas las personas, así como combatir aquellas lacras que acusamos por el hecho de ser mujeres.
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